El Contagioso Sueño de un Joven Emprendedor Ugandés
Uganda es la “Perla de África”, país conocido por sus parques nacionales donde viven los “big 10 animals”.
Henry es oriundo de una aldea de los alrededores de la ciudad ugandesa de Masaka. Durante los últimos 5 años estudió Economía en Kampala, la capital, y ahora vive y trabaja en Entebbe, una ciudad localizada a orillas del gran Lago Victoria, cerca de Kampala. El lago, que por su nombre recuerda la época colonial, de tan inmenso parece un mar y allí Henry va a pescar para obtener la materia prima que utiliza en su empresa. “En Masaka observaba que la gente ya no tenía tiempo para preparar las comidas durante largas horas, y fue para resolver este problema que tuve la idea de procesar la carne y el pescado para vender”.
El 10 de octubre Henry celebró sus 24 años y hoy junto con otros dos jóvenes llevan adelante Sseruh Food Processing company Ltd.,que en septiembre fue reconocida por un diario ugandés.
Dos años atrás, de visita a una comunidad africana en Masaka,Gonzalo Perrín, empresario argentino que dirige la fábrica de galletitas Pasticcino, conoció a Henry, que por aquel tiempo iba a la Universidad y era un incipiente emprendedor de condimento para carne, pollo y pescado. Sólo la mirada de un emprendedor podría haber notado que el producto que elaboraba Henry seguía lo que los libros de marketing definen como los componentes principales de un buen negocio: una buena idea, el cuidado de los detalles, la calidad del producto. Pero lo que más sorprendió a Gonzalo fue el packaging. A pesar de la simplicidad de los materiales y el diseño de la etiqueta, el envase concentraba toda la creatividad y responsabilidad de alguien que emprende por vocación.
En pocos minutos se hicieron amigos, tanto así que para sellar el encuentro Gonzalo se sacó su bufanda, se la regaló a Henry, y lo invitó para que viniese a la Argentina apenas terminara sus estudios, a visitar el Polo Solidaridad en O´ Higgins (Bs. As.) donde está radicada Pasticcino.
Henry completó la licenciatura en Economía del Desarrollo en la Universidad de Makerere y el siguiente paso sería conseguir un trabajo en medio de las altas tasas de desempleo que afectan fundamentalmente a los jóvenes. Esta realidad le dio el coraje para seguir trabajando en su proyecto y poder ayudar a muchas personas, a la vez de seguir soñando con su visita a la Argentina.
“El 2017 parecía muy lejano y estaba muy ansioso de que llegara ese momento. Luego de todos los retos para obtener el visado de la embajada, el 10 de agosto subí al avión. Viajé por 21 horas lo cual fue una gran aventura. Al llegar a Ezeiza, eran las 3:30 AM de una noche fría de invierno, allí estaba mi gran amigo Gonzalo, esperándome”.
Todo lo que siguió sería un punto de inflexión de oro en su vida como empresario.
"Conocí en primera persona la realidad profesional de alguien que dirige una empresa, incluso lo acompañaba a reuniones con clientes, recuerdo que en Café Martínez sólo pude decir “Hola” y “proceso pescado”. Situaciones como esas nos hacían reír mucho. Además pude compartir el trabajo con todo el equipo. Como emprendedor encontré una oportunidad única conociendo muchos aspectos de la industria alimentaria. Por otro lado, fue una bendición ver la realización de los sacrificios hechos por empresarios que se mueven por motivaciones ideales”.
Cuando habla de la cultura Argentina se llena de emoción y dice ¡Oh Dios mío, qué experiencia agradable! Recuerdo los asados, los encontré en cada familia que visité, el mate, otro aspecto especial, que puede ser fácilmente equiparado a la cultura africana en particular el reino de Buganda, donde los granos de café se comparten como un signo de unidad. La forma en que la gente te saluda, sobre todo la palabra "hola" acompañada con una simple palmada como un signo de paz. La experiencia del invierno fue inédita para mí, no creía que existiera un frío de 8 grados, me tuvieron que dar chaquetas extras!
Cuando Henry habla de sus sueños dice “Mi plan futuro es poseer una empresa de procesamiento de alimentos con base en Uganda en la provincia de Mpigi y también estoy pensando en la construcción de estanques de peces para asegurar el suministro constante, especialmente cuando comience a exportar fuera de Uganda y quien sabe de África.”
“Muchos jóvenes en África desean ser empleados, lo que reduce la tasa de creación de oportunidades de empleo. Sin embargo, esos pocos jóvenes que se sacrifican y eligen el espíritu emprendedor se dedican y trabajan con pasión para crear una diferencia en la sociedad”.
A diferencia de muchos otros a los que les hubiera gustado cruzar el océano, Colón lo hizo de verdad gracias a que encontró un mapa (elaborado por un tal Toscanelli que nunca salió de Italia), que le dio la fuerza y la esperanza necesarias, que lo ayudó a afrontar lo desconocido con la fundada esperanza de poder encontrar un “Nuevo Mundo” (aunque sea buscando tal vez las Indias). Pero el verdadero mapa lo dibujó Colón a su regreso.
África se tiene que descubrir a sí misma y hacer el viaje. Ese viaje sólo lo podrán realizar los africanos. Después harán falta marinos, carabelas y capitanes, pero sobre todo la añoranza del mar, el deseo de partir a buscar un nuevo mundo. Sin esta añoranza nunca se acaba de partir.
Nunca olvidaré la visita a la casa de Henry, en su aldea, la calidez y alegría de su gente, el sonido de los tambores en la hermosa recepción que nos hicieron a la pequeña delegación de amigos argentinos que quisimos ir a visitarlos y abrazarlos, porque el encuentro verdadero con las personas es con el abrazo. Pero más recuerdo el haber observado y retratado el momento en que Gonzalo le regaló la bufanda a Henry, para sellar el pacto de que se volverían a encontrar, la próxima vez del otro lado del océano.
He sido testigo marginal de una historia decididamente extraordinaria.
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